Vale, lo admito: fui a ver "Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio" con cierta reserva. A priori, me pone de mal humor que una mente tan extraordinaria como la de Spielberg con la producción de otra tan visionaria como la de Jackson, cuyas creaciones cinematográficas se han caracterizado siempre -o casi- por una gran originalidad, hayan decidido subirse al carro de los remakes de exponentes del noveno arte. Las Aventuras de Tintín es una de las colecciones de cómic europeo clásico, del bueno, que ocupa uno de los puestos de podio del género de misterio. Pero es que además la serie de animación de los años 90 de Stephane Bernasconi es francamente buena y rigurosamente fiel al cómic. Entenderá el lector en este punto lo innecesario que me parece el popurrí de mezclar varios de los comics que relatan las aventuras del intrépido periodista belga para adaptarlos a la gran pantalla. Y al parecer, Mr Spielberg piensa repetir el procedimiento en otras dos ocasiones. A todo esto le añadimos que la animación que utiliza esta película tiene trampa, porque parte de movimientos reales grabados de actores y lo que obtenemos son cero ganas de gastarme ocho eurazos en Kinépolis.
La película, una vez vista, puedo decir que presenta un par de escenas de quitarse el sombrero. Y precisamente son aquellas en las que la acción desatada y la aventura trepidante están al servicio del guión y no se manifiestan de manera independiente y gratuita, como ocurre en la gran mayoría del resto de escenas. Spielberg es más o menos fiel a Hergé en las caracterizaciones de los personajes y eso nos gusta. Pero Spielberg es aún más fiel a sí mismo en el tratamiento y el desarrollo que da a la historia, y eso ya nos gusta menos. No porque no nos guste Spielberg, ojo. Pero ¿verdad que sería raro ver un Dragon Ball dirigido por George Lucas? Lo que parece no haber entendido el Rey Midas de Hollywood es que, no por provenir de un comic, Tintín es un Indiana Jones para niños. El tono inocente y naif de la película poco tiene que ver con el suspense prácticamente hitchcockiano del comic y algo en el ritmo no acaba de funcionar tampoco todo lo bien que cabría esperar. Y es básicamente por estas razones por las que la intuición inicial que teníamos cobra fuerza y, a pesar de que a la película no se le pueden negar un par de horas de entretenimiento brutal, parece que se queda en poco más que eso: vacuo entretenimiento por el entretenimiento. ¿Quizás esté últimamente Spielberg pasando demasiado tiempo con J.J. Abrams?
La película, una vez vista, puedo decir que presenta un par de escenas de quitarse el sombrero. Y precisamente son aquellas en las que la acción desatada y la aventura trepidante están al servicio del guión y no se manifiestan de manera independiente y gratuita, como ocurre en la gran mayoría del resto de escenas. Spielberg es más o menos fiel a Hergé en las caracterizaciones de los personajes y eso nos gusta. Pero Spielberg es aún más fiel a sí mismo en el tratamiento y el desarrollo que da a la historia, y eso ya nos gusta menos. No porque no nos guste Spielberg, ojo. Pero ¿verdad que sería raro ver un Dragon Ball dirigido por George Lucas? Lo que parece no haber entendido el Rey Midas de Hollywood es que, no por provenir de un comic, Tintín es un Indiana Jones para niños. El tono inocente y naif de la película poco tiene que ver con el suspense prácticamente hitchcockiano del comic y algo en el ritmo no acaba de funcionar tampoco todo lo bien que cabría esperar. Y es básicamente por estas razones por las que la intuición inicial que teníamos cobra fuerza y, a pesar de que a la película no se le pueden negar un par de horas de entretenimiento brutal, parece que se queda en poco más que eso: vacuo entretenimiento por el entretenimiento. ¿Quizás esté últimamente Spielberg pasando demasiado tiempo con J.J. Abrams?
Lo mejor. La fantástica música de John Williams, autor de las bandas sonoras de Tiburón, E.T., La Guerra de las Galaxias, Parque Jurásico, La Lista de Schindler o de la saga Indiana Jones.
Lo peor. Los guiños de autocomplacencia a la filmografía de Spielberg son a todas luces prescindibles.
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