miércoles, 14 de diciembre de 2011

CRÍTICA / Talk that Talk (de Rihanna): la confirmación de una intuición tardía

Fuente: FC

Recuerdo que estaba viviendo en Londres el verano en el que Umbrella, la canción que lanzó a Rihanna al estrellato (a pesar de haber publicado dos discos anteriormente), estaba sonando a todas horas en la radio. "Otra que imita a Beyoncé", pensé por aquel entonces, "ésta a España ni llega." Cuán equivocado estaba… Poco después apareció Don't stop the music, y no tuve más remedio que admitir que era un temazo. Hasta a Jamie Cullum debió de parecérselo, puesto que años después hizo una versión jazz del tema harto interesante.

Pero que Rihanna era una artista con unos ovarios como la yegua de Espartero no lo descubrimos hasta que publicó Rated R y se metió a unos cuantos escépticos en el bolsillo. La niña tontita que se atrevía con el dance estaba metamorfoseándose. Rated R no es su mejor disco, es más bien un experimento, pero resulta un claro indicador de su evolución tanto profesional como personal (y es aquí donde hay que recordar los malos tratos que sufrió la artista a manos de su novio durante la grabación de este LP que dejaron una profunda huella en su producción). El disco, aunque irregular, contiene material excelente como la canción Russian Roulette. Y no sólo nosotros lo creemos así: George Michael hizo una versión de esta canción en su reciente gira Symphonica Tour que nos puso los pelos de punta a más de uno y a más de dos.

En 2010 llegó Loud, menos oscuro y más fresco que Rated R. Dada la adicción confesa de la artista al trabajo compulsivo, que la lleva a no esperar más de un año entre el lanzamiento de un disco y el del siguiente, Loud no ha tenido el tiempo suficiente de encontrar su sitio. Pero estamos convencidos de que, al igual que el vino que mejora con el paso del tiempo, en unos añitos Loud será considerado una joya, probablemente el mejor de los discos de Rihanna.

Sus recientes colaboraciones con Eminem, David Guetta, Britney Spears, Kanye West, Coldplay o Nicki Minaj dan nueva muestra de que esta chica no puede estarse quieta y de que le va la marcha –por un tubo. Rihanna es una macarra, y lo ha demostrado en su último disco. El primer sencillo de Talk that Talk –We found love – cuyo videoclip ha sido censurado en media Europa por considerar que incita al uso de drogas y lleva indefectiblemente a la autodestrucción, está en la línea de lo que fue el primer single de Loud, Only girl (in the world), o incluso de Who’s that chick?  Y es que la sombra de Guetta es alargada, y parece planear irremediablemente sobre la mayoría de los temas del disco, al menos los de corte dance. Where have you been es otro ejemplo de esto, aunque en este caso uno está esperando que Will.i.am o Fergie se arranquen de un momento a otro en medio de la canción.
En Talk that Talk, Rihanna repite colaboración con Jay-Z, algo que no hacía en solitario desde la mencionada Umbrella, y el resultado es bueno a secas. Algo que llama la atención es que en este disco, la cantante ya no oculta su acento caribeño ni su afición por el reggae, como ya dejó entrever en el penúltimo single de Loud, Man Down. You da One o Watch n’ Learn mantienen bastante bien el tipo en este sentido, con ritmos algo más tropicales de lo que nos tiene acostumbrados la barbadiense. Cockiness, arrítmica y completamente innecesaria en este disco sin estridencias (si no fuera por este tema) hace que Birthday Cake sea efectivamente un pastelito, música para nuestros oídos, por su corta duración básicamente. La ración de baladas, en la segunda parte del disco, nos deja en esta ocasión joyas como la caleidoscópica We all want Love, la edulcorada Farewell o la magistral Drunk on Love (con sample de The XX incluido), en la que Rihanna parece haber cumplido uno de sus sueños (convertirse en la Madonna de color), por el sonido tan cercano a algunas composiciones del Ray of Light de la susodicha.
A menos de 48 horas de que la cantante llegue a Madrid para presentarnos su gira internacional Loud (y con los dedos cruzados para que no nos cancele el concierto tal y como hizo en Suecia hace poco más de un mes), este disco ha sido la confirmación de una intuición tardía, la culminación de un deseo redimido: a base de esfuerzo y mucho trabajo, Rihanna es sin lugar a dudas la heredera al trono de la música pop-dance americana (cuando falte la reina, por supuesto). ¡Larga vida a la princesa!




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