Fuente: público.es
Sin rodeos: Bruce Springsteen ha facturado su mejor álbum de los últimos años. Con sinceridad: el desafío no era en realidad tan mayúsculo, teniendo como obras precedentes el insulso Magic y el muy prescindible Working On a Dream. […] Wrecking Ball, el decimoséptimo disco de estudio de Springsteen —que salió ayer a la venta— es, como ya avanzó el propio cantante, un trabajo "cabreado". Enrabietado. Enojado. Malhumorado. 11 temas en las que arraiga el descreimiento que definió a Devil & Dust —lo que le encolerizó entonces fue la guerra de Irak— y que obvió en Magic y Working On a Dream. La crisis económica, la desesperanza por las injusticias contra las que clama el movimiento Ocuppy Wall Street y el sempiterno amor son los ejes básicos sobre las que pivotan las canciones, contundentes, rudas y eficaces.
Dinero corriendo a raudales siempre por las manos equivocadas. Injusticias. Y esperanza. Gotas de esperanza depositadas en un tren cuyo destino se ignora y que se toma con la única certeza de que no hay vuelta atrás: una vez que te subes no regresarás: "Deja atrás tus tristezas / Que este día sea el último / Mañana saldrá la luz del sol / Y toda esta oscuridad habrá pasado", se escucha en la vibrante Land of Hopes and Dreams, cuya versión en directo ya estaba incluida en el doble disco Live in NYC de hace once años. Ahora Springsteen le ha pasado una pátina de frescura que, en un primer momento, desconcierta —caja de ritmos basiquísima— y que en una segunda escucha entusiasma. Hubiera sido ilógico limitarse a trasladar la versión ya conocida al estudio. Hubiera supuesto cobardía, dejadez. Lacras de las que carece este Wrecking Ball.
Springsteen ha sabido jugar sus cartas con maestría. Ondea sin reparos la bandera del rock, de la que nunca se desprenderá, y recupera los sonidos que marcaron el divertimento de We Shall Overcome, su particular homenaje a Peter Seeger. Por ejemplo en Shackled And Drawn, donde se escuchan ecos de Woody Guthrie y del propio Seeger.
Y experimenta con valentía, aunque sin acierto: Rocky Ground es el primer tema de toda su trayectoria musical que incluye un rap (afortunadamente no lo canta él) y en el que se hace un uso descarado de la caja de ritmos. Un tema que se sale de los parámetros habituales y que será olvidado sin demasiado esfuerzo.
Springsteen ha jugado con maestría porque incorpora una canción poderosa, que calla bocas y que no va a disgustar a ninguno de los que veneran Born To Run o Darkness: Wrecking Ball no admite dudas: es un tema soberbio de punto alocado, como se comprobó en las escasas ocasiones que sonó en directo durante la última gira. Es, en definitiva, el as bajo la manga que esgrimir ante cualquier intento de cuestionar la calidad del disco: "Ya, pero está Wrecking Ball", podrá argüirse. Y Land of Hope and Dreams.
En la vertiente más rockera se sitúa el primer single del disco, We Take Care of Our Own, que hubiera encajado sin demasiados problemas en Human Touch. No es necesario decir más.
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