jueves, 23 de febrero de 2012

Cuatro razones por las que el Oscar a mejor película de animación de 2012 podría recaer en “Chico y Rita”

Fuente: FC
      1) Hollywood ha demostrado en multitud de ocasiones que adora el lenguaje metacinematográfico, es decir, todas aquellas películas que reflejan su propia realidad desde dentro, Hollywood en Hollywood, en un inequívoco alarde de autocomplacencia y satisfacción. El año en el que está arrasando  en cuanto a reconocimientos (y se prevé que lo haga también en los Oscar) una película como “The Artist”, muda y en blanco y negro, que supone mucho más que un homenaje a los míticos orígenes del séptimo arte, el hecho de premiar a “Chico y Rita”, que tiene también un delicioso toque clasicista en el argumento y en la animación en 2D, transmitiría un mensaje muy claro: en tiempos de crisis más vale aferrarse a los valores seguros, los clásicos de siempre, y dejar la experimentación para más adelante.

      2) Y si los argumentos de corte clásico son un valor seguro en Hollywood, desde luego no lo son menos las historias de amor imposible que se prolongan en el tiempo a lo largo de toda la vida pasando por distintos escenarios geográficos. “Chico y Rita” presenta una de estas historias universales e imperecederas, con guiños constantes a la que parece ser su principal fuente de influencia, “Casablanca” y no es preciso recordar que “Casablanca” tiene tres Oscar, los de mejor película, mejor director y mejor guión adaptado.

      3) Antes de llegar a los Oscar, “Chico y Rita” se ha hecho con el Goya 2011 a mejor película de animación y con el premio del Cine Europeo 2011 a mejor largometraje de animación, lo cual no parece constituir un currículo nada desdeñable, si bien es cierto que “Rango” , su gran competidora, le arrebató el Annie a mejor película de animación en 2011.


      4) Fernando Trueba, uno de los tres directores de la película junto con Javier Mariscal y Tono Errando, no es desconocido en Hollywood. En 1993, se llevó el Oscar su  “Belle Epoque” a la mejor película de habla no inglesa, y la Academia podría perfectamente acordarse de él y premiar su sorprendente y fructífera incursión en el mundo de la animación.

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